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La salud, sus determinantes y las causas de las causas

Actualizado el 16/03/20 a las 18:37

Dr. Diego Bernardini

Doctor en Medicina y Máster en Gerontología. Consultor de la Organización Panamericana de la Salud.

 

Acaba de finalizar la Primera Conferencia Mundial sobre Determinantes Sociales de la Salud, organizada por la Organización Mundial de la Salud, que tuvo lugar en Río de Janeiro (Brasil) con la presencia de ministros y altos funcionarios de más de 120 países del mundo.

Esta reunión tiene dos antecedentes previos de peso. La Declaración de Alma Ata, de 1978, que alertó sobre la necesidad del cuidado y la protección de la salud y promovió a la atención primaria como la mejor estrategia para ello; y la Carta de Ottawa, de 1986, con su objetivo de “Salud para todos”. Podemos decir también que esta nueva Cumbre Mundial viene a marcar una continuidad con el trabajo iniciado en 2003 por la Comisión de Determinantes Sociales de la Salud, dirigida por Sir Michael Marmot, que culminó con su tarea con el Informe presentado en 2009.

Viendo los acontecimientos que están sacudiendo al mundo desde hace más de dos años, podríamos decir que la realización de esta Cumbre ha sido más que oportuna. 

La crisis financiera mundial, iniciada en la segunda mitad de 2008, no ha hecho más que hacer más visibles las desigualdades de nuestras sociedades. Desigualdades entre los países, pero fundamentalmente dentro de ellos. Desigualdades entre los que tienen y los que no tienen, entre los jóvenes y los viejos, entre los hombres y las mujeres, entre lo publico y lo privado. Todas ellas desigualdades al fin. Hacedoras de diferencias entre las personas en sus derechos y obligaciones, que para el caso deberían medir con la misma vara a todos.

La salud siempre ha descansado en ciertas causas, en determinantes de carácter social, que hacen que los individuos socialmente mas privilegiados disfruten de mejores posibilidades. Esto implica el acceso a alimentos; a una mejor educación y, con ella, a mejores empleos; que a su vez les permite un mejor ingreso económico y, por consiguiente, a un mejor sistema de salud en el caso de que estos cuidados dependan de un pago propio (como en gran parte de America Latina). En consecuencia, ese grupo de personas tiene, en general, una expectativa de vida mayor y más saludable. 

De esa forma, uno puede darse una idea de lo que significan los “determinantes sociales de la salud” y por qué son llamados “las causas de las causas”. En ellos se expresan las distintas formas en las cuales las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Incluyen las experiencias de nuestra niñez; de nuestra educación; el estado económico a lo largo de nuestras vidas; el medio ambiente en el cual hemos vivido y trabajado; y el tipo de sistema que ha protegido nuestra salud. 

Esta aproximación a la salud, que no es más que una de las dimensiones del desarrollo de una sociedad, expresa un escenario de desigualdad que, en realidad, refleja inequidad. Dos palabras que suenan parecidas pero con base distinta. Una como reflejo de variables cuantitativas, la otra como expresión de justicia social. 

¿Por qué decíamos que la Cumbre sobre Determinantes Sociales de la Salud ocurre en un momento oportuno?

¿Qué tienen en común Túnez, Egipto, España, Londres o Chile …..y ahora New York? En la actualidad, vemos que el trasfondo de los indignados de la Puerta del Sol en Madrid es el mismo que el de los estudiantes universitarios de Chile, o el de los barrios periféricos en Londres, o el de la “primavera del mundo árabe”, y más recientemente el movimiento “Ocupa Wall Street”. Un reflejo de cómo la desigualdad está atentando contra el bienestar, pero sobre todo contra el desarrollo de las sociedades. 

La movilización social refleja un descontento hacia un modelo de desigualdad globalizada. Un modelo, donde el crecimiento económico de los últimos treinta años no ha hecho más que acrecentar el grado de desigualdad de las sociedades. Desigualdad que hará que aquellos que nazcan en un medio pobre, sin o con mala educación, no sólo tendrán una vida menos saludable sino que seguramente vivirán menos años. En definitiva, un juego de palabras que se resume en “las causas de las causas”. 

En un momento de enorme incertidumbre mundial, aparece la Declaración de Río sobre los Determinantes Sociales de la Salud. Las primeras valoraciones sobre este documento coinciden en que ha sido “consensuado” políticamente pero que aún hay muchos puntos por ajustar. Es un documento como se suele decir “paraguas”, amplio, que sienta las bases para acuerdos futuros, aunque tiene ausencias notorias, como lo referente al proceso de envejecimiento de la población en el mundo. Sin embargo, es un documento tangible, es el comienzo y eso no es poco. 

Un comienzo donde, por ejemplo, se dice: “Las inequidades son políticamente, socialmente y económicamente inaceptables”. Una aproximación que refleja la necesidad de involucrar a múltiples actores, que nos habla de una responsabilidad compartida de los gobiernos, la sociedad civil participativa y comprometida y el sector privado. Nos habla de un compromiso y también de un comienzo. 

Esta será la única manera de que a Túnez, Egipto, Londres, España, Chile y ahora New York no le sigamos sumando nuevos escenarios.

 

 

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