ARTÍCULOS DE OPINIÓN

La ironía social influye en tu salud

Actualizado el 11/02/20 a las 15:51

Alba Arribas Abad
La obesidad se está convirtiendo en una pandemia mundial, y cada año mueren aproximademente 2,8 millones de personas a causa de este problema de Salud Pública, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El ambiente obesogénico del que nos rodeamos, con influencias publicitarias constantes que nos incitan a consumir determinados productos que sabemos que no son saludables y que no necesitamos, pero que deseamos y consumimos, se remata con la gran ironía en la que nos encontramos con un ideal de belleza y una lista de estereotipos de delgadez, 90-60-90 y bíceps del tamaño de un balón de rugbi que anhelamos y luchamos por conseguir.

El 30% de las noticias falsas o «fake news» que encontramos en Internet están relacionadas con la alimentación, además según datos de un estudio realizado por un equipo de investigadores de MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), este tipo de noticias se difunden a una velocidad siete veces mayor que una real. Esto quiere decir que la población está interesada en mejorar su salud, bueno, tal vez esta frase sea muy optimista. Digamos que la población está interesada en mejorar su físico, tal vez esta otra sea pesimista, no solo nos interesa el cuerpo.

Según la Encuesta Nacional de Salud del año 2017 en España, un 18,2% de hombres y el 16,7% de mujeres de más de 18 años, padecen obesidad. El número de personas que realiza dietas hipocalóricas desequilibradas con grandes efectos rebote, así como el consumo de productos «light» está en aumento. Hay una verdadera lucha interna para muchas personas de control y dominio ante la elección de esa tentación en forma de bollo o bien una opción más saludable.

El comer es un placer y así debemos vivirlo, pero como todos los placeres hay que dominarlos, porque si te dejas llevar por el «me apetece» sin capacidad reflexiva y sin tomar tus propias decisiones con autonomía, te conviertes en un esclavo de tus propios impulsos y de los que te crea el marketing alimentario.

Existe una relación directa entre las emociones y la alimentación. Tu estado de ánimo determina tus elecciones, tu inconsciente puede gobernar tu dieta a no ser que le des al botón.

Ese «click» que hace que las cosas cambien, ¿cómo ha cambiado esta persona, no?; de repente tiene motivaciones, ha conseguidos alcanzar metas y ha adelgazado mucho. ¿Cómo lo habrá conseguido? Ese «click» individual que te permite ponerte manos a la obra y decidir cambiar algo, ya sea la forma en la que te alimentas, moverte un poco más todos los días o dar un giro de 180º a tu vida, pero en definitiva implica salir de tu zona de confort.

Porque puede ser muy cómodo no darle demasiadas vueltas a un tema controvertido o no arriesgar ante una determinada situación, pero si realmente quieres mejorar tu salud, hay que arriesgar.

Si consumimos un producto que nos gusta muchísimo pero que restringimos podemos experimentar felicidad transitoria al consumir ese producto, pero esa acción no nos convertirá en individuos permanentemente felices. No resolvemos una infelicidad prolongada sino que estaremos utilizando la alimentación como una «tirita o parche» provisional. Además, posteriormente podemos experimentar una sensación, también transitoria, de culpa, incomodidad por haber consumido dicho alimento restringido. Esto se llama alimentación emocional y es la que realmente influye en tus decisiones alimenticias y con ello en tu salud.

Recuerda que la OMS afirma que 6 de cada 10 enfermedades tienen relación con la alimentación.

Te preguntarás, “Vale, soy consciente de las influencias publicitarias, de los estereotipos de belleza y de qué alimentos son los que me generan ansiedad y anhelo, pero ¿cómo consigo dejar de comerlo?”

No tienes porque dejar de comerlo, es decir, restringiéndote un alimento lo único que vas a conseguir es desearlo más. Seguimos siendo el niño al que le quitan el juguete y tiene infinidad de opciones más pero quiere el que le han quitado, así que deja de castigarte.

Reconociendo tu situación ante la alimentación y valorando la relación que tienes con la misma ya estás haciendo algo mucho más valioso que una dieta «detox». “Personas obesas malnutridas con cerebro anoréxico” podría haber sido el título de este artículo, ¿Qué quiero decir con esto?

Tal vez quieras mejorar tu físico o tu peso, te alimentas de manera inadecuada pero deseas tener un cuerpo perfecto, crees que sabes cómo hacerlo «comiendo hojas» (ironía)  pero no puedes, te frustras, te sientes ansioso y te apetece eso que precisamente no tienes que comer, lo  consumes, sientes remordimientos, te sientes mal y vuelta a empezar, esto se llama bucle mantenedor de la obesidad.

Lo que falta aquí es el «click». Para evitar esta situación lo importante es estar tranquilos, pensar, intentar darnos cuenta de nuestras emociones, ansiedad o agobio y no obsesionarnos con determinados productos. Intenta tener una alimentación variada y equilibrada y busca información en fuentes fiables.

La relación que tenemos con la alimentación es crucial para el bienestar y para la salud. Hay que hacer las paces con el inconsciente y perdonarse con el plato.