Cuando decidimos implementar la actividad física en nuestra rutina diaria, pocas veces lo hacemos solo con la intención de prevenir una enfermedad futura. La mayoría de las veces empezamos esta rutina porque queremos hacer un cambio en la fachada que queremos ofrecer al mundo que nos rodea, otras veces porque encontramos un deporte que nos gusta tanto que lo llevamos al punto de competir a nivel profesional y podemos vivir de ello, y otras, simplemente por diversión o porque nos sirve de vía de escape para todo ese estrés acumulado que nos causa esta sociedad actual en la que vivimos. Hay muchas más razones por las que decidimos practicar deporte, y por eso, ahora me gustaría que antes de seguir leyendo os paréis un segundo y penséis cuales fueron las vuestras.
Vivimos en una sociedad donde se nos impulsa a practicar deporte pero no se nos educa sobre el mismo, ni se lleva un control de qué deporte es más adecuado para cada persona. La edad es un factor fundamental: durante la juventud practicar deporte es de gran beneficio ya que nos ayuda a desarrollar coordinación y a estimular la formación de la musculatura y los huesos, pero a una mediana o avanzada edad puede ser un peligro para los músculos, el corazón y la circulación si no es la actividad física más adecuada para la condición física de cada persona.
Yo tengo 21 años y he practicado deporte prácticamente durante toda mi vida. He hecho muchas cosas distintas a lo largo de todo este tiempo: gimnasio, atletismo, natación, fútbol, esquí… y he practicado muchos más de manera esporádica simplemente porque me gusta conocer que es lo que más me llena a la hora de practicarlo. Actualmente llevo varios meses sin poder hacerlo debido a una lesión en la rodilla y tengo que decir que se nota la ausencia de esta rutina y se echa de menos.
Supongo que el deporte, dependiendo de qué manera lo practiques, también tiene un beneficio en la salud social, mejorando lo que en inglés llaman lifeskills, que son habilidades para el comportamiento adaptativo y positivo que permiten a los humanos lidiar de manera efectiva con las demandas y los desafíos de la vida. Este concepto también se denomina como competencia psicosocial. Estas habilidades generalmente las aprendemos en el día a día, por nuestra propia cuenta y no existe un lugar concreto en el que puedan enseñárnoslas.