Cuando se habla de relaciones amorosas tóxicas, en general las personas creemos que es fácil distinguirlas, ya que solemos reducirlas a los comportamientos más visibles y extremos. Pero, ¿sabemos identificar realmente cuando hay comportamientos tóxicos en una relación sexo-afectiva?
Cuando estudié el grado de integración social descubrí lo que eran los mitos del amor romántico, “construcciones falsas o idealizaciones estereotipadas del amor que empobrecen nuestras relaciones y nos hacen sufrir” (Coral Herrera, 2010). A partir de ahí, decidí hacer una reflexión de cómo habían sido mis relaciones sexo-afectivas hasta el momento y de qué manera yo había normalizado algunos mitos y comportamientos.
La sociedad patriarcal en la que vivimos nos ha hecho normalizar a través de los mitos y roles de género comportamientos y actitudes estereotipadas a la hora de relacionarlos en la intimidad que son difíciles de desarraigar. De hecho, dos estudiantes, Marga Vives y María Cerro de la Universitat de les Illes Balears hicieron un análisis de la prevalencia de los mitos del amor romántico y encontraron que lxs jóvenes tienen conocimiento de estos mitos, no obstante, siguen estando presentes y siguen siendo una clara problemática en la educación afectiva. Lo problemático de que perduren estos mitos del amor romántico es que legitiman ciertas formas y conductas violentas dentro de las relaciones sexo-afectivas y de pareja, por ejemplo transmiten la idea de que es posible la “compatibilidad del amor con maltrato”, de que existe una “media naranja”, o que “los celos son muestras de amor”.
Así, la sociedad nos educa en pensar que la pareja te completa, y nos enseña a querer poseer a la pareja y a tener un control sobre las otras personas, saber lo qué está haciendo, dónde está, con quién, a qué hora llegará, a no confiar en las otras personas y a creer que los celos son muestra de afecto… Estas son algunas actitudes que pueden llegar a crear una relación tóxica. En el informe “No es amor” realizado por Save de Children (2021) explican gran parte de las características de estos comportamientos de control, sexistas y desiguales en las relaciones de parejas, así como los factores que influyen en perpetuarlos, como pueden ser el entorno machista, el mal uso de las redes sociales, la cultura de la pornografía.
Pienso que nadie nos enseña y nos educa formalmente en las diferentes maneras de relacionarnos saludablemente, y las referencias culturales que nos educan suelen mostrar relaciones en que predomina el amor romántico y la desestabilidad emocional. No transmiten valores como los cuidados hacia las otras personas, cuidados a nosotrxs mismxs, la empatía, comprensión, el consentimiento, tanto sexual como emocional, la confianza. Estos aspectos no se trabajan ni se transmiten en la cultura, más bien se transmiten dinámicas en las relaciones sexo afectivas desiguales que generan inseguridad.
Las personas en el momento que iniciamos un vínculo afectivo creamos unas expectativas basadas en los mitos del amor romántico y en roles y estereotipos de las relaciones, en unas historias que nosotrxs nos hemos hecho mentalmente de cómo nos gustaría que fuese una relación y cómo tendría que ser o comportarse la otra persona.
Las inseguridades van muy ligadas con las expectativas, sobre todo en las relaciones sexo-afectivas, hay unos patrones que de manera inconsciente nos obligan a seguir, como por ejemplo tener que comportarse de determinadas maneras en la relación, tener una vida sexual activa, tener que ceder, satisfacer necesidades, etc. Por ejemplo, la sociedad nos enseña a vivir en una constante “competición” entre unxs y otrxs. Nos dan a entender que en nuestro día a día siempre tenemos que ser lxs mejores en todos los aspectos y se suele reflejar en las relaciones que establecemos con las personas, ya sea de manera sexo-afectiva o solo afectiva, (amigues, familiares, parejas…). El ideal es la competitividad (ser mejor que) y no la igualdad, reciprocidad y la cooperación. Además, de la competición por el afecto o atención de los demás, se nos transmite como un valor deseable la posesión (tener), como si las personas tuviésemos el derecho de poseer a alguien o nosotrxs ser posesión de alguien. Esta posesión también se relaciona con los mitos del amor romántico de la fidelidad con una sola pareja y del control (celos) como muestra de amor.
Debemos ser conscientes que estas expectativas no vienen a nuestra mente porque sí, vienen por unas creencias, normas y mitos sobre las relaciones que nos transmite la sociedad. Así, las vivencias de cada persona, cuando conocemos a alguien siempre están mediadas por estas expectativas culturales y sociales, en que esperamos que la otra persona se comporte o actúe de tal manera y cuándo eso no ocurre aparece la frustración. Es importante revisar nuestras creencias sobre el amor y las relaciones con las demás personas. La frustración y el poco trabajo personal hacia nosotrxs mismxs son uno de los factores que pueden contribuir a crear dinámicas tóxicas como hemos mencionado anteriormente. Quizás la solución está en hacer un análisis e introspección sobre cómo nos relacionamos y para las personas más jóvenes hacer una prevención y un trabajo que se base en la asertividad, comprensión y los cuidados mutuos.
Referencias
Cerro, M. y Vives, M. (2019) “Prevalencia de los mitos del amor romántico en jóvenes”.
Informe No es amor. Save de Children. (2021)
https://www.savethechildren.es/actualidad/informe-no-es-amor
Coral Herrera. 8 mitos del amor romántico de debes desechar (14/02/2020). https://revistalabrujula.com/2020/02/14/8-mitos-del-amor-romantico-que-debe s-desechar-segun-coral-herrera/