RECURSOS

Violencia de género y adolescencia, ese cóctel explosivo

Alba Villoria hernández

Trabajadora Social, Máster en Mujeres y Salud y Formadora. Agente de Salud. FUNDADEPS

Cada vez vemos más artículos y noticias donde podemos leer que nuestros y nuestras adolescentes son más permisivos con la violencia de género, estando cada vez “más normalizada”. Por ejemplo, el periódico eldiario.es nos ofrece el dato de que el 28% de las víctimas de violencia de género en España son mujeres menores de 30 años, inducido sobre todo por la falsa creencia del amor romántico (el típico “sin ti no soy nada»). Pero, ¿qué significa esto realmente?

Vamos poco a poco. Cuando hablamos de violencia de género tenemos que ampliar nuestras miras y entender que los tiempos han cambiado y todo se «moderniza». Para empezar a comprender, la violencia de género definida por la Organización Mundial de la Salud (2016) es: «todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada». Los y las adolescentes rechazan la violencia de género más tradicional o más visual. Es decir, la violencia física. Socialmente ya no se acepta este tipo de violencia y es, en su mayoría,  rechazada. Y, aunque esto pueda parecer un gran avance en cuanto a eliminación de la violencia de género en nuestra sociedad, es un arma de doble filo, como todo lo que tiene que ver con el uso de la tecnología.

¿Que por qué hablamos ahora de tecnología? Porque estas chicas y chicos han nacido en un mundo en el que Internet lo habita todo; son los llamados nativos digitales. Según el Instituto de la Juventud (INJUVE, 2016), los nativos digitales son aquellas personas que ya han nacido en un entorno donde Internet y los móviles tienen presencia en todas partes y no han necesitado adaptarse a ellos, es decir, no entienden su forma de vivir o comunicarse sin Internet y el móvil o smartphone. Y esto significa que hay comportamientos, pensamientos y actitudes respecto de la violencia hacia las mujeres que han cambiado o se han adaptado a estos nuevos tiempos.

Las redes sociales son un gran fenómeno de comunicación y relación sobre todo entre los y las más jóvenes, lo cual les aporta muchísimo y resta otro tanto. Trabajando con ellos y ellas me he dado cuenta de que las redes sociales son su mundo, y en este nuevo mundo se normalizan conductas violentas o de control que ni unas ni otros ven, de ahí el peligro.

El doble check azul de Whatsapp nos permite saber en qué momento la otra persona con la que hablamos ha leído nuestro mensaje.  ¿Pero qué pasa cuando lo usamos como herramienta de control contra nuestra pareja?, ¿cuando sentimos celos por no obtener contestación aunque la otra persona esté en línea? Eso se llama control, y las  jóvenes no saben identificar que son controladas ni ellos que están ejerciendo ese control. Y del móvil puede pasar a la «vida real», y con ello aumentamos el problema. O incluso verlo normal, habitual, lejos de considerar el control como violencia.

Y es que el control a través del móvil y de las redes sociales es más común de lo que podemos pensar gracias a su uso cotidiano. Ahora todas las apps nos piden acceder a nuestra geolocalización, incluso poder publicarla cuando subimos alguna foto a una red social, algo que facilita mucho las cosas.

La violencia de género 2.0 va mucho más allá, es la parte no visible del iceberg, es el gran peligro de nuestra era. Cuando nos referimos a este iceberg, tenemos que visualizar que en la parte no visible se encuentran todas esas actitudes o situaciones en que la violencia no llega a lo físico, es decir, las bromas sexistas, los micromachismos, chantajes emocionales, etc. Mientras que según vamos subiendo a la parte visible, la integridad física de la mujer se va viendo mermada así como la psicológica, donde podemos encontrarnos con amenazas, insultos y agresiones o abusos, comportamientos que son más visibles para la mujer y el entorno donde se producen. Por ello,la violencia no explícita no solo existe si no que es el gran desafío de todos los que trabajamos este tema con adolescentes y de toda la sociedad, debido a que todas las formas de violencia no explícitas, son invisibles para nuestros jóvenes porque tienen que ver mucho con el mundo tecnológico en el que se mueven y que disimula estos hechos.

Tenemos la suerte de contar con una generación de jóvenes muy comprometidos y comprometidas con la lucha y el rechazo a la violencia de género, han crecido en un mundo en que muchas situaciones de desigualdad que vivieron sus padres ya no las han conocido y no las entienden,  por lo que tenemos la oportunidad de cambiar las cosas desde su mano.

Hay que entender que la violencia de género es un problema de todos y todas, que existen nuevas maneras de ejercer esa violencia y que es nuestra responsabilidad no dejarles de lado, que no crezcan con falsas ideas de lo que es el amor como mencionábamos al principio. Por ejemplo, el mito de la media naranja (la pareja no está hecha de dos mitades, si no de dos personas que se complementan, dos naranjas enteras que no necesitan de otra mitad para ser ni para vivir), o por ejemplo el mito de que alguien cambiará por amor, promoviendo que las mujeres o las chicas aguanten con sus parejas creyendo que ella le cambiará porque el amor lo puede todo.


Referencias Bibliográficas

 

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