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Tabaco y mujer, una perspectiva de género

Actualizado el 28/04/16 a las 10:31

Gema Romero.

Periodista. Colaboradora del Departamento de Comunicación de FUNDADEPS.

El tabaco mata cada año a cerca de seis millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si hasta hace poco el tabaquismo afectaba sobre todo a los hombres, en los últimos años se está convirtiendo cada vez más en un problema de salud para las mujeres, entre quienes está aumentando el consumo de tabaco, especialmente en el grupo de las más jóvenes. La última Encuesta Nacional de Salud (ENS, 2012) indica que el 20,2% de las españolas fuma a diario con variaciones según la edad. Las más jóvenes fuman más; incluso más que los chicos de su edad. Así lo constata la última Encuesta sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES, 2014-2015). Según sus datos, el 33,2% de las chicas de entre 14 y 18 años consume tabaco frente al 29,6% de los chicos. 

El tabaquismo ocasiona más de 60.000 muertes al año en España, según los últimos datos disponibles (2012), siendo la mortalidad en varones 3,12 veces superior a la de las mujeres. Sin embargo, al evaluar la mortalidad relacionada con el consumo de tabaco a lo largo de los años, se observa una disminución de la misma en los hombres y un aumento en la de las mujeres. “La mortalidad asociada al consumo de tabaco en mujeres ha pasado del 8,14% en 1998 al 24,45% en 2012”, explica Adelaida Lozano, enfermera y vicepresidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).

Las mujeres pueden padecer las mismas enfermedades que los hombres por el consumo de tabaco,  aunque existen peculiaridades diferenciadas entre hombres y mujeres por sus diferencias biológicas. “Si las mujeres fuman como los hombres, enfermarán como los hombres”, asegura Isabel Nerín, doctora en Medicina, experta en tabaco y género. “La EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), las enfermedades cardiovasculares y diversos cánceres ocasionados por el tabaco están aumentando entre las mujeres debido a su incorporación al consumo de tabaco”, explica Nerín, quien asegura que, en el caso del cáncer de pulmón, algunos estudios revelan que fumando el mismo número de cigarrillos, las mujeres tendrían un mayor riesgo a desarrollar cáncer de pulmón que los hombres. 

Tabaco y cáncer en la mujer
 

Hasta ahora, el cáncer de mama era la primera causa de muerte por cáncer en la mujer española. Sin embargo, desde 2015 mueren en España más mujeres por cáncer de pulmón que de mama, algo que ya venía ocurriendo en otros países donde el consumo de tabaco entre las mujeres había empezado antes. “Por ejemplo, en Estados Unidos mueren más mujeres por cáncer de pulmón que de mama desde 1987”, indica la vicepresidenta del CNPT. Lozano explica que, aunque el cáncer de pulmón sigue siendo más frecuente en hombres, se puede afirmar sin ninguna duda que está aumentando notablemente entre las mujeres. “En España se diagnostican unos 25.000 casos de cáncer de pulmón al año; 5.230 en mujeres, lo que representa ya el 5% de todos los casos. Desde principios de los años 90, España es uno de los países con mayor incremento de este tumor en la población femenina”, añade. 

La incorporación al tabaquismo de las mujeres ha provocado también un incremento en otros tipos de cánceres relacionados con el consumo de tabaco, como son el de vejiga o el de laringe. Además, estudios recientes ponen de manifiesto un incremento del riesgo a padecer cáncer de mama en las mujeres que son fumadoras. 
 
Fertilidad, embarazo y trastornos ginecológicos

Las mujeres que fuman tienen más dificultades para poder quedarse embarazadas, por alteraciones a nivel hormonal, y presentan más riesgo de retraso en la concepción. “Cuanto mayor número de cigarrillos se consuma al día, menores son las tasas de fecundidad. Es decir, la cantidad de consumo influye, además, de manera negativa. Incluso hay estudios que reflejan que las mujeres fumadoras tienen más riesgo de fracaso de una fecundación in vitro”, asegura Nerín. La Doctora, que es miembro del Comité Ejecutivo de INWAT (International Network of Women Against Tobacco), explica también que las mujeres que fuman en el momento de la concepción tienen más riesgo de tener un embarazo ectópico, es decir, que el óvulo no se implante en el lugar adecuado del útero, sino, normalmente, en las trompas de Falopio. Esto lleva en la mayoría de los casos a la pérdida del propio feto o futuro bebé y a graves riesgos para la salud de la mujer. 

La vicepresidenta del CNPT indica que hay evidencia de que fumar aumenta la probabilidad de tener un aborto espontáneo e, incluso, de una rotura temprana de las membranas, un desprendimiento de la placenta o un parto prematuro. “Las mujeres que fuman tienen el doble de tasa de parto prematuro que las no fumadoras. La buena noticia es que, si se deja de fumar antes del embarazo o en cuanto la mujer se entera de que está embarazada, los riesgos desaparecen o disminuyen en gran medida”, dice Lozano. Sin embargo, a pesar de los efectos nocivos del tabaco en torno al 23% de las españolas lo consume durante el embarazo, según un reciente estudio de 2015. En concreto, un 27% lo hace durante el primer trimestre, un 21,9% en el segundo y un 21,2% en el tercero, siendo el consumo previo al embarazo superior (35%).

Por otro lado, fumar durante el embarazo tiene consecuencias perjudiciales para el bebé. Entre ellas destacan los cólicos del lactante, alteraciones de la presión arterial en lactantes y niños, malformaciones físicas como el paladar hendido y el labio leporino (deformaciones congénitas de la boca y el labio), mayor riesgo de sufrir una leucemia infantil, problemas respiratorios durante la infancia, retraso mental, trastorno de déficit de atención, problemas de conducta y de aprendizaje, entre otros problemas de desarrollo. “Además, el tabaquismo activo y pasivo durante el embarazo y en la primera etapa de la vida está relacionado con el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante”, explica la vicepresidenta del CNPT. También existen evidencias de la relación entre el número de cigarrillos fumados durante el embarazo y el bajo peso al nacer de los bebés. “Hay que destacar que el bajo peso al nacer está relacionado con un mayor riesgo de mortalidad infantil”, dice la Dra. Nerín. 

Las mujeres fumadoras padecen también más alteraciones ginecológicas.  Los datos reflejan que tienen una menopausia adelantada debido a la reducción de estrógenos; hormonas que son las principales protectoras de enfermedades cardíacas en las mujeres. Pero esa no es la única alteración del ciclo menstrual en las mujeres que fuman. “Se ha detectado que las chicas fumadoras presentan alteraciones y retrasos de la menstruación, así como reglas más dolorosas, lo que se conoce como dismenorrea”, apunta Nerín. 
 
Otras patologías
 
Las mujeres que fuman tienen más posibilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular, situación que se agrava aún más en el caso de las fumadoras que toman anticonceptivos orales. “La Sociedad Española de Cardiología recomienda que las mujeres que fuman no debieran utilizar este tipo de medicación anticonceptiva por el riesgo de problema cardiovascular que conlleva -tienen 40 veces más riesgo de sufrir patologías de este tipo-, especialmente en las mayores de 35 años”, explica Lozano, quien añade que “el consumo de tabaco es la principal causa de problemas cardiovasculares en mujeres menores de 50 años”. 
Otras patologías relacionadas con el consumo de tabaco en mujeres son los problemas vasculares en el cerebro, la EPOC, las alteraciones del tiroides, la artritis reumatoide, la úlcera gástrica, la enfermedad de Crohn, y otras patologías a causa de una mala regulación de la glucosa en sangre, como puede la diabetes tipo 2. 

Lozano y Nerín indican que también hay diferencias en los factores que influyen en el inicio y mantenimiento del consumo de tabaco entre hombres y mujeres e, incluso, respuestas diferentes por sexo a los tratamientos para dejar de fumar. En este sentido, ambas defienden que el abordaje del consumo de tabaco y las medidas de prevención han de estar diseñadas de acuerdo a las necesidades de cada sexo y teniendo en cuenta factores socioeconómicos que influyen en la conducta de fumar;  en definitiva, con perspectiva de género. 

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