
El medio ambiente en el que vivimos es uno de los principales determinantes de la salud humana. Existe suficiente evidencia científica como para prevenir o reducir, de forma significativa, los efectos de la contaminación sobre nuestra salud.
La respuesta a los agentes ambientales varía en la población, hay personas que son más susceptibles que otras. Esto es evidente en el caso de las alergias, pero también en otras enfermedades como el cáncer. Una suma de varios factores simultáneos puede tener efectos muy negativos sobre la salud. Un ambiente social desfavorable, una dieta inadecuada, la exposición a riesgos laborales, la adopción de hábitos no saludables (tabaco, alcohol, falta de ejercicio, etc.) y la exposición a varios contaminantes peligrosos pueden incrementar el riesgo de enfermar por encima de lo esperado si uno estuviera expuesto a la acción separada de cada uno de estos factores. Por ejemplo, el amianto afecta y multiplica varias veces el riesgo de contraer cáncer en fumadores.
Se ha estimado que un 20 % de la incidencia total de enfermedades puede atribuirse, en los países industrializados, a factores medioambientales. La contaminación del aire, el agua y el suelo provoca entre un 1 y un 4% de los cánceres (World Cáncer Report. OMS. IARC 2003). Las enfermedades respiratorias, el asma y las alergias están asociadas con la contaminación del aire externo e interno. El asma y las alergias ha aumentado durante las últimas décadas en toda Europa, y aproximadamente un 10 % de la población infantil padece estas enfermedades. Los principales agentes ambientales implicados en la contaminación del aire son los óxidos de nitrógeno y azufre, las partículas en suspensión, ozono, metales, Compuestos orgánicos volátiles e hidrocarburos. De forma resumida, se describen en el siguiente cuadro los principales problemas de salud o enfermedad y su correspondiente factor ambiental.
El Humo Ambiental del Tabaco (HAT), el monóxido de carbono (CO), el polvo, los ácaros, las sustancias químicas, las bacterias y los hongos son los contaminantes más frecuentes en ambientes interiores. El HAT aumenta el riesgo de cáncer entre un 20 y un 30 % entre los no fumadores. Según la OCDE, los costes de atención sanitaria atribuibles a las enfermedades provocadas por el medio ambiente suponen el 3,2% del PIB en los países desarrollados.
Una reciente revisión de las evidencias científicas sobre los efectos de la contaminación ambiental (OMS 2013. Review of evidence on health aspects of air pollution) ha demostrado que los efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud son más dañinos de lo que se pensaba. Este nuevo informe asegura que las partículas en suspensión están relacionadas con arteriosclerosis o enfermedades respiratorias en niños, además de diabetes, problemas en la función cognitiva y desarrollo neuronal.
El tráfico urbano del automóvil es la principal causa del aumento de la contaminación del aire, porque las principales ciudades superan los límites recomendados por la OMS. Los costes sanitarios que ocasiona esta contaminación en términos de mortalidad, morbilidad, atención sanitaria, ingresos hospitalarios, consumo de medicamentos y horas de trabajo perdidas, entre otras variables, se reducirían con políticas valientes y responsables de limitación del tráfico en el medio urbano.
La gestión de riesgos ambientales
La Salud Ambiental (Environmental Health) es un área de conocimiento, incluida en el ámbito de la Salud Pública, que permite identificar, caracterizar, vigilar, controlar y evaluar los efectos sobre la salud humana de los riesgos físicos, químicos, psicosociales y biológicos presentes en el medio ambiente.
La Ley General de Sanidad (L.G.S) establece (Artículos 18, 19, 39 y 40) la obligación de prestar una especial atención a la salud ambiental en los programas del Sistema Nacional de Salud. El derecho a disfrutar de un medio ambiente saludable está recogido en el art. 45 de la Constitución Española. La realidad actual es que el Sistema Nacional de Salud no dedica suficientes recursos para la protección de la salud frente a los riesgos ambientales a pesar de lo establecido por la L.G.S y la nueva Ley de Salud Pública.
La incorporación de nuestro país a la Unión Europea provocó un notable impulso de la legislación relacionada con la sanidad ambiental. Son numerosas las Directivas Europeas que se han incorporado a la legislación nacional en ámbitos vitales para la salud pública. Entre ellos podemos citar las que afectan a las sustancias y preparados químicos (REACH), agua potable y de baño, contaminación atmosférica, salud laboral, biocidas, fitosanitarios, organismos modificados genéticamente, protección radiológica, residuos y vertidos tóxicos. La introducción en nuestro ordenamiento jurídico de esta legislación se ha realizado sin un incremento de los recursos humanos y técnicos necesarios para su efectiva aplicación. Tenemos una buena legislación pero, como en otros sectores, sin mecanismos efectivos que garanticen su cumplimiento.
Por otra parte, las actividades de la administración competente en prevenir, evitar o controlar aquellos riesgos que influyen en la salud no serán eficaces sin una implicación efectiva de la sociedad, de sus organizaciones sociales y de los responsables políticos que parecen poco interesados en estos temas hasta que sucede algún escándalo (legionelosis, crisis de los pollos belgas y las dioxinas, vacas locas, etc) que dispara el miedo o la alarma social.
En este sentido, promover entre todos una mayor participación ciudadana en la identificación de peligros, en el control de los riesgos y en la valoración crítica de las actuaciones de los poderes públicos sería muy saludable. Porque, como señaló B.Walker (Journal of Environmental Health vol. 55-3-1992), «todos los problemas medioambientales más pronto o más tarde llegan a ser un problema de salud pública”. El cumplimiento de esta obligación debe ser reclamado por la sociedad.
¿Qué podemos hacer para reducir el impacto de los factores ambientales?
- Ser activos, solidarios y corresponsables en la defensa de un medio ambiente saludable.
- Reclamar el cumplimiento efectivo de la legislación europea, estatal y autonómica en materia de protección sanitaria de frente a los riesgos ambientales. La evaluación, gestión y comunicación de riesgos debe someterse al control de su eficacia y deben conseguir la mayor participación de las partes implicadas.
- Exigir la aplicación de Planes o Estrategias de Salud y Medio Ambiente al sector público y privado para la reducción significativa de la contaminación. Estos planes deben ser objeto evaluación transparente de su eficacia, efectividad y coste beneficio.
- Exigir la adopción de medidas eficaces y efectivas para la reducción de la contaminación atmosférica (promover el transporte público a precios aceptables y reducción de la velocidad y prohibición del uso del automóvil en zonas determinadas, energías renovables y limpias).
- Dar ejemplo. Practicar un consumo responsable, como recomiendan las organizaciones de consumidores, porque tiene un evidente impacto en el consumo de energía, agua, alimentos, generación de residuos, vigilancia de delito ambiental, uso de transporte público, etc.
- Reclamar la aplicación de programas y medidas de Calidad del Ambiente Interior (contaminantes químicos, físicos y biológicos, promover la cultura de limpieza y mantenimiento del aire acondicionado, control de legionella, uso de preparados biocidas y preparados químicos, temperatura, alérgenos, etc.) en instalaciones de trabajo y ocio públicas y privadas.
- Exigir el cumplimiento de la Ley General de Salud Pública 33/2011, en materia de EIS, tal como establece en su capítulo VII, Artículo 35: Evaluación del impacto en salud de otras políticas: La evaluación del impacto en salud.