RECURSOS

Nuevos retos en un mismo escenario

Actualizado el 20/05/10 a las 10:47

Antonio Merino

Consultor Internacional. Director de Programas de ADEPS-FUNDADEPS.

Partiendo de un escenario de crisis como el que estamos viviendo, nuestro sector socio-sanitario ha de afrontar este nuevo reto con un compromiso claro, diferenciador y nuevo. Ya no se trata solo de minimizar su impacto sobre el funcionamiento de las propias organizaciones y entidades no lucrativas (ENL) que, en muchos casos, han ido aumentando sus recursos humanos en función de las prioridades de sus financiadores, sino de cambiar las estrategias para transformar las necesidades en una gestión eficiente de los recursos, tanto humanos como técnicos.

La tendencia a una reducción de los ingresos públicos y privados ya está generando un cierto discurso de “recortes” que paraliza cualquier nuevo proyecto o acción y penaliza a los agentes relacionados con nuestro sector que es, en suma, el más activo y uno de los más productivos (en coste-beneficio) de ese concepto hegeliano que se ha dado en llamar “Estado de Bienestar”.

¿Alguien se imagina por un momento qué pasaría si las miles de organizaciones y entidades no lucrativas dejasen de actuar? ¿Cómo podemos hablar de rentabilidad y calidad de los servicios que presta nuestro sector ante necesidades emergentes, como el incremento de personas en riesgo de exclusión social? Pero este recorte y reducción de ingresos ya es patente desde los ministerios y las administraciones autonómicas y locales que subvencionan a las ENL, para las cuales estas ayudas son, en gran medida, su único ingreso real para hacer frente a sus necesidades organizativas y de gestión de los recursos empleados en sus programas y proyectos.

Así, se suprimen convocatorias y programas de continuidad por falta de ingresos de las administraciones públicas, o se reducen las cuantías subvencionables del IRPF y del Régimen General. Asimismo, también se produce una drástica reducción procedente de las empresas privadas (laboratorios, empresas de seguros, industria alimentaria) que, en algunos casos, trae consigo la desesperación de áreas tan estratégicas como las de comunicación y de consumer (en los productos de OTC, por ejemplo). Curiosamente, muchas de estas empresas, atraídas por el impacto mediático que ha surgido desde la conceptualización de la Responsabilidad Social o Ambiental han puesto en marcha sus memorias anuales para incluir entre sus acciones “campeonatos de pádel solidario” si es que no sacan a sus empleados y familiares a plantar pinos a la dehesa leonesa como un “compromiso ambiental” que nos recuerda a los viejos estajanovistas de la no lejana Unión Soviética y sus “Domingos Rojos”, capaces de desbrozar media Ucrania. Lo último en RSC lo tenemos en la publicidad de British American Tobacco, la mayor empresa productora de tabaco del mundo, cuando nos señala su “compromiso global con el medio ambiente y la prevención del consumo de tabaco de los menores” dentro de su memoria social ¿No es maravilloso?

Que cambie todo para que todo siga igual

Esta frase, ya tan manida por los agentes económicos, ha tocado fondo. Para determinados sectores ultraconservadores esto significa, entre otras cosas, empezar a desactivar ese “tercer sector” como motor del cambio. Y todos pensamos que sin recursos, sin apoyos, no hay nada que hacer, pero los agoreros se han vuelto a equivocar. No olvidemos que la imaginación es el mayor recurso que tenemos los pobres en I+D y tenemos que explotarla. Podemos y debemos por esos factores de vulnerabilidad, dependencia y debilidad financiera que son un lastre para poner en marcha cualquier acción, por muy solidaria o imprescindible que se nos presente. Reducir costes no siempre significa reducir el impacto de nuestras propuestas.

En nuestro sector, sobre todo en el sanitario o de salud, hay una elevada dependencia de determinadas fuentes de financiación. Cabría decir, y no creo equivocarme, que la inmensa mayoría de las asociaciones profesionales y sociedades científicas tienen detrás a la industria farmacéutica. Lo mismo ocurre con la mayoría de las ONG de acción social, las cuales dependen de las subvenciones oficiales como único pagador. Esta financiación, a la larga, produce una clara desorientación en los objetivos y nos aleja de la verdadera misión de las organizaciones ¿Cómo podemos diversificar las acciones si nuestros convenios y subvenciones están sujetos a un solo pagador?

Asimismo, en los últimos años hemos padecido una auténtica plaga de actividades y servicios reiterativos, que se copian unos a otros, dispersos y sin valor añadido. Si hiciéramos un repaso a las sociedades científicas o a las ONG de acción social que en el último año han recibido subvenciones o firmado convenios con el sector público o privado veríamos con claridad que, en muchos casos, son los mismos programas o proyectos ya que algunos siguen pensando que una ONG es un fin en sí mismo, o que una asociación profesional o sociedad científica es un excelente escaparate para relanzar una cátedra o dar mayor notoriedad y presencia a los intereses, no siempre loables, de determinados grupos de presión.

¿Es que a nadie le interesa trabajar en Red? Todavía se sigue sin entender que las relaciones de colaboración y de abogacía entre las organizaciones son los eslabones más fuertes del sector. Por eso es tan importante desprenderse de los viejos esquemas unipersonales y empezar a trabajar desde la cooperación mutua, compartiendo recursos (tanto humanos como técnicos) y escenarios, lo cual significa transparencia, reflexión y especialización si de verdad queremos ser socialmente relevantes para garantizar no solo nuestra continuidad sino el servicio que prestamos, día a día, a esos millones de personas que dan sentido y razón a esa pregunta que nos hacemos, por ejemplo, en un día como hoy, cuando una preciosa niña del Aula de Pediatría de nuestro Hospital Clínico me señala con su mano ese dibujo, lleno de colores, donde el sol parece acostarse solo.

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