
En este año 2016, FUNDADPES a través de su programa MIAS me ha ofrecido la oportunidad de hacer unos talleres sobre la “Salud de la Mujer” sumamente interesantes, en los que he aprendido ante todo a ser mejor persona y en donde he abierto los ojos a muchas desigualdades que vivimos en nuestra sociedad, especialmente las mujeres y colectivos con discriminación y riesgo de exclusión social.
En mi ánimo de divulgar estos aprendizajes, he tenido oportunidad de organizar unas tertulias veraniegas, donde familiares, amigos y otras personas nos reuníamos y tratábamos algunos temas de este programa. Quiero dar las GRACIAS en mayúsculas al Programa MIAS y a todos los que han intervenido en él, profesores y alumnos, por lo aprendido, didacticos y agradables que han resultado estos talleres.
Esto conlleva a que los demás tomen ciertas decisiones sin su consentimiento, sin hacerlas comprender las consecuencias o los posibles riesgos que ello conlleva ofreciéndolas cierta capacidad de decisión, llegando incluso a ser sometidas a cirugías que no alcanzan a comprender y que tienen y tendrán repercusiones para su salud y su futuro, como por ejemplo el caso de las esterilizaciones.
A una mujer con variabilidad funcional hay que darla herramientas para poder comprender y defenderse ante una sociedad elitista, fuertemente sustentada por falsos estereotipos que generan prejuicios y deterioran la calidad de vida de estas personas. Que los derechos no se adquieren por el mero hecho de ser de un sexo u otro, o tener mayor o menor inteligencia: se tienen por el simple hecho de ser persona, y todas las personas tenemos derecho a que se nos trate con respeto y se nos valore como tal.
Debemos concienciar a nuestras hijas, hermanas, amigas y familiares en general, que cuando vemos situaciones de desigualdad hay que denunciarlas, comentarlas y decir ¡NO! Estas desigualdades nos bombardean cada día a través de la publicidad, series TV, redes sociales etc., en muchas ocasiones presentadas como escenas graciosas. Pero maldita la gracia que tienen algunas de estas escenas que vemos y vivimos diariamente y que, queriendo o no, “educan” a la población e influyen en ella, fomentando los comportamientos sexistas y discriminatorios, y lo que es peor que se convierten y se consideran como “hechos normales y graciosos”.
Todos tenemos derecho a reír, amar, llorar, jugar a futbol, vestir de una u otra forma, ser independientes, sensibles, duros…etc. sin que se nos ponga una etiqueta. Todos somos capaces de todo y de tomar nuestras propias decisiones, sin que nadie las tome por nosotros/as, y por ello debemos ser respetados/as y valorados/as, independientemente de nuestro sexo o condición.