RECURSOS

La sociedad y la mujer con discapacidad

Mª Concepción Rafecas Escorial.

Participante en el Programa Mujeres Informadoras como Agentes de Salud (MIAS)

Es innegable que el papel de la mujer en la sociedad actual ha evolucionado,  pero aún así estamos en “pañales”  para llegar a una igualdad  real y “equidad”. Vemos que la mujer en muchos grupos sociales se sigue considerando inferior al hombre. 

En este año 2016, FUNDADPES a través de su programa MIAS me ha ofrecido la oportunidad de hacer unos talleres sobre la “Salud de la Mujer” sumamente interesantes, en los que he  aprendido ante todo a ser mejor persona y en donde he abierto los ojos a  muchas desigualdades que vivimos en nuestra sociedad, especialmente las mujeres y colectivos con  discriminación y riesgo de exclusión social. 

En mi ánimo de divulgar estos aprendizajes,  he tenido oportunidad de organizar unas tertulias veraniegas, donde familiares, amigos y otras personas nos reuníamos y tratábamos algunos temas de este programa. Quiero dar las GRACIAS en mayúsculas al Programa MIAS y a todos los que han intervenido en él, profesores y alumnos, por lo aprendido, didacticos y  agradables que han resultado estos talleres.

Si lo aprendido en estos talleres lo aplicáramos al colectivo de mujeres con discapacidad intelectual:  ¿Se podrían  imaginar qué puede significar en esta sociedad nuestra, ser mujer y encima con discapacidad  intelectual? Todo apunta a que la mujer discapacitada pasa a ser una persona invisible, un cubo donde descargar el mal humor, las inseguridades y frustraciones de uno/a, ser mirada y tratada con menosprecio, sufrir más violencia de género, violencia doméstica y discriminación. La mujer con discapacidad intelectual sufre una  doble discriminación: por el hecho de ser mujer y  por el hecho de tener discapacidad, “parecen convertirse en personas sin derechos, opiniones y/o credibilidad”.

Esto conlleva a que los demás tomen ciertas decisiones sin su consentimiento, sin hacerlas comprender las consecuencias o los posibles riesgos que ello conlleva ofreciéndolas cierta capacidad de decisión, llegando incluso a  ser sometidas a cirugías que no alcanzan a comprender y que tienen y tendrán repercusiones para su salud y su futuro, como por ejemplo el caso de las esterilizaciones. 

A una mujer con variabilidad funcional hay que darla herramientas para poder comprender y defenderse ante una sociedad elitista, fuertemente sustentada por falsos estereotipos que generan prejuicios y deterioran la calidad de vida de estas personas. Que los derechos no se adquieren por el mero hecho de ser de un sexo u otro, o tener mayor o menor inteligencia: se tienen por el simple hecho de ser persona, y todas las personas tenemos derecho a que se nos trate con respeto y se nos valore como tal. 

Debemos  concienciar a nuestras hijas, hermanas, amigas y familiares en general, que cuando vemos situaciones de desigualdad hay que denunciarlas, comentarlas y decir ¡NO! Estas desigualdades nos bombardean cada día a través de la   publicidad, series TV, redes sociales etc., en muchas ocasiones presentadas como escenas graciosas. Pero maldita la gracia que tienen algunas de estas escenas que vemos y vivimos diariamente y que, queriendo o no, “educan” a la población e influyen en ella, fomentando los comportamientos sexistas y discriminatorios, y lo que es peor que se convierten y se consideran como “hechos normales y graciosos”. 

Los centros y sobre todo los profesionales que trabajan en ellos deben ser los primeros concienciados, llevando la perspectiva de género de manera transversal en su trato y atención especializada. Debemos educar desde el entorno familiar, desde las raíces mismas y desde edades tempranas a nuestros hijos e hijas para que sepan tratarse con igualdad y sin discriminación. De esta forma, se crearán seres humanos adultos que puedan llegar a vivir en una sociedad de igualdad y de equidad, de equilibrio bien entendido, teniendo respeto y responsabilidad por uno mismo/a  y por la persona de al lado, sin discriminar si es hombre o mujer. Se trata de compartir la vida, tareas y trabajos, de caminar juntos.

Todos tenemos derecho a reír, amar, llorar, jugar a futbol, vestir de una u otra forma, ser independientes, sensibles, duros…etc. sin que se nos ponga una etiqueta. Todos somos capaces de todo y de tomar nuestras propias decisiones, sin que nadie las tome por nosotros/as, y por ello debemos ser respetados/as y valorados/as, independientemente de nuestro sexo o condición.

 

MARIA CONCEPCIÓN RAFECAS ESCORIAL ha trabajado durante varios años en distintos campos especialmente en la administración en un estudio fiscal. Es socia de AFANIAS y (Asociación pro-personas con discapacidad intelectual) Y PITOTE organización sin ánimo de lucro, para el ocio de niños con discapacidad, perteneciente al ayuntamiento de Madrid. Está especialmente sensibilizada con temas sociales y de la mujer por tener una hija de 20 años con discapacidad, la cual ha sufrido y sufre discriminación en distintos ámbitos sociales en los que se ha desenvuelto y que la ha hecho implicarse a fondo en este tema.
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