
- La habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud;
- La habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento;
- La habilidad para comprender emociones;
- El conocimiento emocional e intelectual.
- Déficit en los niveles de bienestar y ajuste psicológico del alumnado.
- Disminución en la cantidad y calidad de las relaciones interpersonales.
- Descenso del rendimiento académico.
- Aparición de conductas disruptivas y adicciones (consumo de sustancias adictivas, ludopatía, adicción al uso de las nuevas tecnologías…).
Las habilidades para comprender y manejar las propias emociones, así como ser capaz de extrapolar las habilidades de percepción, comprensión y manejo a las emociones de las demás personas juegan un papel muy importante en el establecimiento, mantenimiento y la calidad de las relaciones interpersonales.
Estas habilidades interpersonales son un componente de la vida social que ayuda a las personas a interactuar y obtener beneficios mutuos. Es decir, las habilidades sociales tienden a ser recíprocas, de tal manera que la persona que desarrolla y posee unas competencias sociales adecuadas con las demás es más probable que reciba una buena consideración y un buen trato por la otra parte, sin olvidar que el apoyo social ayuda a regular el impacto negativo de los estresores cotidianos. (Pacheco y Fernández-Berrocal, 2004: 3).
La adolescencia es considerada una etapa conflictiva, de inmadurez e irresponsabilidad. Frente a estos prejuicios sociales, que afectan negativamente a las relaciones en el contexto escolar, familiar y social, la promoción de la salud, en su sentido más amplio, debe incluirse en el currículo académico de las escuelas de manera integral y transversal utilizando un enfoque del desarrollo adolescente positivo. Éste se trata de “una perspectiva centrada en el bienestar, que pone un énfasis especial en la existencia de condiciones saludables y expande el concepto de salud para incluir las habilidades, conductas y competencias necesarias para tener éxito en la vida social, académica y profesional” (Oliva, Hernando, et. al. 2008: 17). Es decir, la promoción de estilos de vida saludables no deberá centrarse únicamente en las necesidades y carencias que se detectan en las y los adolescentes, sino también en sus potencialidades, competencias y capacidades diferentes.
Según la Organización Mundial de la Salud, los estilos de vida saludables son formas de vida que comprenden aspectos materiales, organizacionales y comportamentales, como por ejemplo, vivir en un ambiente saludable, tener relaciones armoniosas, adecuada autoestima, buena comunicación, conductas saludables, etc.
BIBLIOGRAFÍA
Mayer, J. & Salovey, P. (1997) “What is emotional intelligence?” En P. Salovey y D. Sluyter (Eds.) Emotional Development and Emotional Intelligence: Implications for Educators (pg 3-31) New York: Basic Books.