ARTÍCULOS DE OPINIÓN

Homeopatía: ¿Magia o Ciencia?

Actualizado el 11/07/16 a las 15:34

Teresa Valverde
La homeopatía es un sistema de medicina alternativa basada en la “ley de lo semejante”. Una sustancia que cause los síntomas de una enfermedad en personas sanas, curará lo similar en personas enfermas. 

La «ecuación» que lo explica sería la siguiente:

Persona sana + Sustancia médica a experimentar = Síntomas de Enfermedad

Persona con síntomas de Enfermedad + Sustancia médica diluida = Sano

Partiendo de este principio el medicamento homeopático debía tener actividad para curar, a la vez que encontrarse en una concentración tan pequeña que no pudiese tener efectos perjudiciales para el paciente. 

¿Cómo conseguir esto? El padre de la homeopatía, Hahnemann, elaboró un proceso, la dinamización, por el cual diluía una parte de sustancia en 100 de agua destilada/alcohol/lactosa y tras este proceso energizaba la fórmula (sucusión) golpeándola de forma vigorosa. Este proceso se repetía hasta 30 veces, argumentando que cuanto más diluida estuviera la sustancia, más efecto tendría. 

¿Traducción? Al final del proceso estaríamos hablando de encontrar una parte de esa sustancia en el volumen correspondiente a una esfera de diámetro igual a la distancia entre la Tierra y el Sol: la polémica está servida. 

Científicamente está demostrado que no es posible encontrar un átomo de una sustancia en una dilución mayor a 10^24, lo que se corresponde con realizar la dinamización 12 veces. Entonces, ¿qué es lo que está actuando? Los defensores de la homeopatía hablan de que los medios en los que diluyen las sustancias tienen “memoria” y son capaces de retener las propiedades terapéuticas de la sustancia aunque no quede nada de ella en el preparado… Cada cual que saque sus propias conclusiones sobre lo factible de esos hechos. 

Al margen de la cuestionable eficacia de estos medicamentos y su discutible acción directa sobre la patología a tratar, no se puede negar que la homeopatía puede funcionar. Después de dejar al descubierto que el tratamiento es a base de “caramelos”, la siguiente duda razonable que nos surge es: ¿Cómo es posible? 

Es aquí donde entra a colación el efecto placebo. En la homeopatía se presta mucha atención a establecer una buena relación médico-paciente; a dedicar tiempo (ése del que se carece en una consulta pública por temas de gestión/horarios); a realizar una historia clínica completa y detallada que aborde no solo la patología por la que el paciente se presenta en consulta, sino a todo él como individuo. Todo esto crea un ambiente que favorece la percepción de la figura del facultativo como la persona que tiene la solución de todos los problemas, jugando así con el componente psicológico de cualquier enfermedad. Y es que hay estudios que demuestran que pacientes con dolencias pueden mejorar, aunque el tratamiento sea a base de medicamentos sin ningún tipo de acción terapéutica, y que el beneficio aumenta conforme mayor es la intervención: hay más mejoría con dos pastillas que con una, y aún más si el “medicamento” se introduce por vía parenteral en lugar de oral. 

Entonces, a pesar de que la evidencia científica sea nula a favor de la eficacia de los medicamentos homeopáticos ¿debería de dejar de existir la homeopatía? No tiene por qué, siempre y cuando se utilice en situaciones muy concretas en las que no haya una solución por vía científica y se sepa que mejorar la esfera psicológica del paciente y la percepción de su estado de salud va a reportar un beneficio en su calidad de vida.