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¿Ha llegado el final del reinado de la dieta mediterránea?

Actualizado el 20/11/18 a las 18:34

Marina Abril

Socióloga. Participante en el Programa de Agentes Jóvenes en Educación para la Salud.

España es conocida por tres cuestiones: sus paisajes, su ciudadanía y su dieta. Esta dieta está caracterizada por un alto consumo de vegetales, más de una vez al día, además del consumo de aceite de oliva y un bajo consumo de proteínas animales a lo largo de la semana (Serra-Majem & Ortiz-Andrellucchi, 2018). Los beneficios de esta dieta son reconocidos por instituciones sanitarias de gran prestigio y loados por quienes envidian la esperanza y la calidad de vida de los españoles. 

No obstante, en las últimas dos décadas, quizá deberíamos aceptar que tenemos otra seña de identidad: Como ocurre a nivel mundial, los casos de obesidad, diabetes y otras enfermedades no transmisibles se han elevado exponencialmente (OMS, 2017). Por ello, cabe preguntarse si el reinado de la dieta mediterránea ha acabado o, al menos, por qué se ha diluido en las últimas décadas. 

Como apuntan Serra-Majem y Ortiz-Andrellucchi (2018), en la última década se pueden observar tres factores clave a la hora responder las cuestiones anteriores: en primer lugar, se está adoptando la dieta americana; además, en segundo lugar, se ha promovido, incluso por algunos profesionales sanitarios, dietas ricas en proteínas y, finalmente, la crisis económica que perfiló un consumo nutricional muy específico como veremos más adelante. No obstante, estos tres factores claves se pueden resumir en uno: el establecimiento del paradigma de la postmodernidad en el estado español. La postmodernidad, debe ser entendida como un modelo caracterizado por la globalización y la sistematización del modelo liberal. En otras palabras, se ha instalado un único modelo de interdependencia económica, cultural, financiera, política… dentro de un marco que empuja hacia las libertades individuales y empresariales(García Linera, 2010)(Beck, 1998).

Así pues, ¿cómo influye este paradigma postmoderno en España? En este artículo me gustaría apuntar directamente hacia una cohorte, aquella de quienes han nacido a partir del 2000.  Representan aproximadamente el 7% de la población (INE, 2018).  

Esta cohorte ya ha nacido dentro del postmodernismo y, por lo tanto, su forma de consumo, donde se incluye la nutrición, se caracteriza por la adquisición y normalización de gustos globales, incluyendo los alimenticios. (Jiménez, 2016).  De esta forma, ¿cuáles son sus prácticas alimenticias consolidadas? Existe una preferencia por la comida rápida, dietas ricas en proteínas cárnicas, sobreconsumo de lácteos, consumo muy bajo de frutas y verduras, tendencia a picotear y cenas suaves(Zudaire, 2018). Además, recuperando uno de los factores subrayado por el artículo de Serra-Majem y Ortiz-Andrellucchi (2018), desde el inicio de la crisis económica, se apunta hacia el consumo de productos baratos, que no son siempre los más saludables, además de la irregularidad horaria de las comidas y la necesidad de ajustarse a un presupuesto. Asimismo, no hay que olvidar la exposición constante a las redes sociales y el aplauso de éstas a modelos irreales de belleza. 

Se entiende que los/as jóvenes españoles de entre 12 y 18 años están expuestos a dos fenómenos no excluyentes: por un lado, consumo de comidas hipercalóricas con bajo aporte nutricional que pueden conducir a enfermedades cardiovasculares y obesidad, como, por otro, a través de las nuevas tecnologías, a una presión “extra” en la que su imagen se reduce a imitar patrones imposibles de belleza con recursos limitados. 

Por lo que, a la pregunta sobre el final de la dieta mediterránea habría que, al menos, asentir tímidamente. La sociedad española ha dejado de lado el estilo de vida mediterráneo y ha abrazado la cultura de los países dominantes como Estados Unidos en los/as que los jóvenes sufren enfermedades tanto a nivel cardiovascular como importantes trastornos de la alimentación. Además, son estos modelos los que estamos normalizando y exportando como parte del desarrollo, por lo que, quizá la sensibilización y capacitación crítica debería ser a nivel social. La salud de nuestros jóvenes depende de nuestras decisiones actuales. La salud de nuestro planeta tiene que ser una cuestión global y no unilateral. Por consiguiente, hay trabajo por hacer que podría empezar por cuestiones tan simples como la recuperación del consumo diario de verduras, frutas y legumbres en la dieta habitual, la visión crítica ante los aditivos alimentarios o la necesidad de abogar por cadenas de consumo cortas.
 

Referencias

Beck, U. (1998). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona: Paidós.

García Linera, Á. (2010). La construcción del Estado. Mesa Ejecutiva de CONADU 2008-2010. Buenos Aires: Instituto de Estudios y Capacitación.

García, J. (2002). El Militar Postmoderno en América Latina. Security and Defense Studies Review Vol.2, 66-80.

INE. (5 de Julio de 2018). Estadística del padrón continuo. Obtenido de Instituto Nacional de Estadística: http://www.ine.es/jaxi/Datos.htm?path=/t20/e245/p04/provi/l0/&file=00000002.px

Jiménez, N. (30 de 3 de 2016). Generación Z, más allá de los millennials. El mundo, pág. http://www.elmundo.es/sociedad/2016/03/30/56fbe0d0e2704e66298b4642.html

OMS. (11 de Octubre de 2017). Organización Mundial de la Salud. Obtenido de http://www.who.int/es: http://www.who.int/es/news-room/detail/11-10-2017-tenfold-increase-in-childhood-and-adolescent-obesity-in-four-decades-new-study-by-imperial-college-london-and-who

Serra-Majem, L., & Ortiz-Andrellucchi, A. (2018). La dieta mediterránea como ejemplo de una alimentación y nutrición sostenibles: enfoque multidisciplinar. Nutrición hospitalaria. Vol: 35. Extra 4, 96-101.

Zudaire, M. (5 de Julio de 2018). Consumer. Alimentación: Aprender a comer bien. Obtenido de Alimentación en adolescentes: hábitos insanos y problemas digestivos: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/infancia_y_adolescencia/2010/06/17/193790.php

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