ARTÍCULOS DE OPINIÓN

Cuando los estereotipos marcan la calidad de vida

Actualizado el 27/02/15 a las 00:32

María Teresa Gómez Barroso
En los últimos años ha aumentado la consideración hacia el concepto de «género», que muchos colectivos están intentando introducir; sin embargo, la confusión entre «sexo» y «género» sigue a la orden del día. En muchos casos, se ha intentado traducir el término literalmente del inglés (gender), lo que implica que se pierda el significado y la diferencia entre ambos términos y conceptos que la riqueza del castellano nos permite. Esta indiferenciación entre «sexo» y «género» no hace más que añadir confusión a lo que significa ser hombre o mujer o lo que se atribuye como masculino y/o como femenino.
 
En numerosas ocasiones hemos escuchado a alguien decir «no hagas eso o no juegues a aquello, que es de niñas». Parece mentira que en los tiempos en los que vivimos se sigan escuchando afirmaciones de este tipo y, por ende, frases y acciones que lo único que hacen es favorecer el asentamiento de ciertos estereotipos y transmitir esas creencias generación tras generación. Unos estereotipos rígidos, ligados al sexo (que hace referencia a lo físico y lo biológico) y sustentados en el género, es decir, en unas características que la sociedad determina como «deseables» y que asigna por un lado al hombre y por otro a la mujer. Características que se han ido perpetuando a lo largo de la historia, pero que hay que tener en cuenta que no son tan inocuas e inocentes como nos creemos.
 
Esta rigidez que en ocasiones observamos en relación a los estereotipos, puede tener como resultado que tanto los hombres como las mujeres se encuentren limitados o cohibidos a la hora de comportarse, pensar o sentir, ya que pueden manifestar actitudes, comportamientos o ideas que no se esperaba de ellos o de ellas, encorsetando así su identidad y forma de ser y, por tanto, su bienestar.
 
Existen una serie de estereotipos asignados, en este caso a la mujer, que explicitan que ésta se debe caracterizar por ser dulce, delicada, frágil, jugar un rol de cuidadora, de madre, etcétera. ¿Qué pasa si una mujer, que se supone debe ser delicada y dulce, dice una palabra mal sonante en un momento dado? ¿Qué sucede cuando una mujer no juega el rol de madre porque ha decidido no serlo? ¿Es menos mujer por ello? De la misma manera: ¿Qué sucede si un hombre, que se supone debe ser fuerte y rudo, llora de emoción al escuchar una pieza de música? ¿Seria, acaso, menos hombre?
 
Llegados a este punto deberíamos decir que ella es menos femenina y él menos varonil a tenor de lo que socialmente y culturalmente está estipulado. Pero cuidado, porque esto no deja de ser un corsé que no atiende realmente a las características individuales de cada ser humano.
 
Se debe tener presente que, el hecho de perpetuar, engrandecer y remarcar la existencia y cumplimiento de una serie de estereotipos y roles y atribuirlos a unos u a otras dependiendo de su sexo no hace más que ahondar en la diferencia y en la desigualdad. Y no solo eso, porque se estigmatiza y aparta al que no cumple con esas citadas características. ¿Acaso esto proporciona bienestar a las personas?. En mi opinión, claramente no.
 
Teniendo en cuenta el bienestar, desde la Fundación de Educación para la Salud (FUNDADEPS) hemos puesto en marcha el Programa MIAS (Mujeres Informadoras como Agentes de Salud) con el apoyo del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y el Instituto de la Mujer. Éste programa dirigido a mujeres a partir de 45 años con escasos recursos, pretende, a través de talleres, actividades y seminarios, mostrar y enseñar una visión más integral de la salud de la mujer, intentando romper con estereotipos que en ocasiones son dañinos para la salud física, psicológica y social de éstas. 
 
Este Programa, que comienza en abril en Madrid, tiene el objetivo general de  promover una Cultura de Salud de la mujer con una perspectiva integral, otorgándolas así una visión más amplia de la salud y de los factores que en ella influyen, entre los que se encuentra la imposición de estereotipos. Con este programa se pretende, además, dotar a las mujeres participantes de las herramientas necesarias para empoderarlas, creando así líderes como promotoras de salud que sean capaces de transmitir el conocimiento en cascada de igual a igual.
 
Quiero cerrar este artículo con dos frases que resumen a la perfección lo que desde el programa MIAS queremos transmitir:
 
«La felicidad radica, ante todo, en la salud»
George William Curtis (1824-1892. Escritor y orador estadounidense)
 
«Para abrir nuevos caminos, hay que inventar; experimentar; crecer, correr riesgos, romper las reglas, equivocarse… y divertirse». 
Mary Lou Cook (1918-2013. Activista, pacifista, profesora y escritora estadounidense)
 
 

María Teresa Gomez Barroso es Fisioterapeuta. Máster en Mujeres y Salud -Universidad Complutense de Madrid (UCM). Máster en Prevención de Riesgos Laborales por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Doctoranda del Departamento de Psicología Diferencial, Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos II de la Facultad de Psicología de la UCM.
 
Correo electrónico: programas@fundadeps.org
Teléfono: 91 330 3000, extensión 2524
 

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